Últimos tiempos de Van Gogh: Saint-Rémy-de-Provence Los últimos años de Van Gogh estuvieron marcados por sus permanentes problemas psiquiátricos, que lo llevaron a ser recluido en sanatorios mentales de forma voluntaria, entre los que se encontraba el manicomio de Saint-Rémy. En el sanatorio tuvo dos habitaciones, una habilitada para hacerla servir de taller. En esta época su pintura se caracteriza por la presencia de remolinos, como se puede observar en una de sus pinturas más conocidas:
La noche estrellada. (1889)
Este cuadro representa el pueblo de Arles en una noche estrellada. A Van Gogh le gustaba siempre estar en contacto directo con aquello que pintaba, con la realidad natural, pero pensaba que incluso le iba a ser difícil pintar un cielo nocturno. Decidió pintarlo en su estudio e ideó un sistema un tanto extravagante: puso velas fijadas a su sombrero y de esta manera consiguió la primera vista nocturna al aire libre de la historia. El resultado es todo menos realista, pero su imaginación lo convirtió en un acontecimiento cósmico: un cielo iluminado por cometas que giran creando unos remolinos de luz y un pueblo de esta manera sumergido en una atmósfera sobrenatural. Una línea de montañas cruza de lado a lado el lienzo. Las pinceladas redondas de los astros aparecen de nuevo en los árboles de la superficie y el largo tejado en punta del campanario de la iglesia va en paralelo con el ciprés que aparece en primer plano. En una de las cartas que Vincent escribe a su hermano Theo, le dice que los cipreses son como grandes obeliscos. Durante la primavera del año 1889, Vicent utiliza la misma gama de colores: amarillo, azul y morado, mostrando el estado de euforia en el que se encontraba el artista.
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